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Hay obras que pasan a la historia no solo por su calidad, sino también por la forma en la que influyen en todo lo que viene detrás. Libros que marcan un antes y un después, y que a pesar de levantar muchísima polémica en su tiempo, consiguen enganchar a millones de lectores. Porque tal vez toda buena obra deba ser capaz de crear ese conflicto, esa marea de expectación y de crítica, para bien y para mal. Los libros más vendidos y populares siempre han estado rodeados de controversia, ya sea por su temática, su estilo o por la propia persona que los escribía. Y el ejemplo perfecto lo tenemos en la obra Memorias de mis putas tristes, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, uno de los mejores referentes de la literatura iberoamericana. Márquez tuvo una brillantísima carrera coronada por el Premio Nobel de Literatura en 1982. Para ese momento, el colombiano ya había editado la mayoría de sus novelas más populares, consiguiendo un abrumador éxito de crítica y público con ellas.
Su estilo, encuadrado dentro de lo que se llamó Realismo Mágico, enganchó a millones de lectores en todo el mundo, con novelas como El Coronel Ya No Tiene Quien Le Escriba o Cien Años de Soledad. Sin embargo, hoy queremos centrarnos en una de sus obras más polémicas, aunque no por ello falta de calidad. Memorias de mis putas tristes se edita en 2004, como la última obra del escritor, y supone también uno de sus puntos más controvertidos por la historia que cuenta. De hecho, la novela nace como un homenaje a la obra de Kawabata La Casa de las Bellas Durmientes, donde la prostitucióncon jóvenes menores también era un tema principal. García Márquez trata esta cuestión como ya lo habían hecho otros colegas latinoamericanos antes que él, como Vargas Llosa, pero lo hace a su manera, con un estilo muy particular. La historia de amor entre un malogrado periodista en sus últimos años de vida y una joven que quiere vender su virginidad por necesidad supuso el canto de cisne de Márquez en cuanto a novela. Diez años después de su edición, el escritor falleció en México.
Cualquier persona que tenga un mínimo interés en la literatura y el arte sabe quién es Gabriel García Márquez. Incluso aquellos que ni siquiera han leído un libro suyo conocen su nombre, porque su influencia en la literatura en español de las últimas décadas ha sido absolutamente incuestionable. Un autor que ha creado su propio estilo, y que ha logrado enganchar a millones de lectores, sirviendo incluso de inspiración para nuevos escritores.
A lo largo de su trayectoria, Gabo escribió ensayo, cuentos y novelas, así como algunos guiones. Sus novelas más reconocidas son Cien Años de Soledad, Crónica de una Muerte Anunciada y El Amor en los Tiempos del Cólera. Memorias de mis putas tristes fue su última novela, editada en 2004, cuando el autor estaba a punto de cumplir los 80 años de edad y se acervaba al punto vital de su protagonista.
La novela comienza con la narración en primera persona de su protagonista, un viejo columnista que quiere celebrar su 90 cumpleaños autoregalándose algo especial. Desde el primer momento, el Sabio se nos presenta como un hombre con las ideas muy claras y con una vida mediocre, que ha llenado siempre con el falso amor pagado de las prostitutas. El propio protagonista nos cuenta que siempre ha pagado por tener sexo con una mujer, pero lo hace de una manera tierna y delicada, por lo que podemos empatizar con él. Para su 90 cumpleaños quiere algo realmente especial, y por eso se pone en contacto con su amiga, que hace las veces de conseguidora de chicas, para que pueda encontrar a una joven de unos 14 años con la que tener sexo.
Además, expresa el deseo de que sea virgen. Su amiga, Rosa Cabarcas, le encuentra a la chica perfecta, una joven que necesita dinero y decide vender su virginidad para ayudar a su familia. El Sabio queda con la chica, pero la ve tan desvalida que solo duerme con ella esa noche. Sin embargo, descubre que hay un sentimiento demasiado intenso dentro de él con respecto a la chica, así que vuelve a llamarla al día siguiente. A partir de este momento, el Sabio y Delgadina (así la llama, aunque no sabe su nombre real) comienzan a vivir una historia de amor extraña entre el deseo y lo prohibido. La de un hombre que ya pensaba que estaba demasiado viejo para sentir algo, y una niña que ni siquiera había comenzado a entender qué era eso del amor.
La prostitución es uno de los temas más importantes dentro de esta novela, que algunos incluso han querido destacar como “romántica”. Y es que al fin y al cabo, el hilo conductor es una historia de amor, aunque se salga de los cánones que estamos acostumbrados a disfrutar en este género. Aquí, los enamorados son un hombre muy mayor de 90 años que jamás ha conocido el sentimiento de amar y ser amado, y una joven de 14 que está en una situación complicada. El Sabio, el protagonista de la novela, solo había tenido sexo con mujeres de la calle, pagándoles a cambio.
Era la manera en la que entendía el amor y el deseo. Sin embargo, Delgadina cambia eso por completo. ¿Se puede desear a alguien con 90 años? ¿Puede surgir el amor entre un cliente y una prostituta, cuya intención es simplemente ganar dinero con su cuerpo? Son cuestiones que el libro trata de una manera muy profunda y con mucho tacto, pero que traen cola, porque es una temática polémica, desde luego. El final, además, deja un buen sabor de boca en esa historia tan improbable, que no es otra que la de alguien que se negaba a sí mismo la oportunidad de amar, y parece que solo se lanza a ello cuando ya no tiene nada que perder, y la muerte le está acechando.
La novela fue editada en 2004, como último libro de García Márquez, y sorprendió por su profundidad y por la elección del tema. El colombiano también fue objeto de las críticas por supuestamente “romantizar” las relaciones con las prostitutas, y hacer apología de la pederastia. Y es que la protagonista de la novela es apenas una adolescente cuando comienza a tener relaciones con El Sabio.
A pesar de toda esa controversia, Memorias de mis putas tristes logró vender millones de ejemplares, como las anteriores obras de García Márquez, e influyó mucho en algunas novelas posteriores de otros autores. En 2012 se filmó la adaptación al cine de esta obra, en una coproducción de México, España y Estados Unidos, también muy polémica por el propio tema del que trata.
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