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Los avances en salud, ciencia e higiene, la disminución de los conflictos bélicos, las mejores condiciones de habitabilidad y trabajo… Razones hay muchos para explicar el increíble aumento en la esperanza de vida en el último siglo, que ha permitido que en muchas ocasiones, las personas vivamos por encima de los 90 en incluso 100 años. Lo que antes parecía algo casi mágico es hoy bastante habitual, y lo es por un cúmulo de diferentes motivos. Hace siglos, cualquier pequeña enfermedad podía suponernos una verdadera tragedia, al no poder frenarse de manera efectiva. Hoy por hoy, como hemos visto en el pasado 2020, una pandemia tan compleja como la del coronavirus se ha podido salvar con un número de víctimas relativamente bajo. La medicina ha avanzado muchísimo en estos últimos siglos, las vacunas han erradicado casi por completo muchas enfermedades… Pero no en todo el mundo es así.
Mientras los países desarrollados y en vías de desarrollo caminan con paso firme hacia una esperanza de vida que sobrepase los 90 años de media, en otras partes del mundo la situación es mucho menos alentadora. Países de África y Asia siguen a la cola del ranking de esperanza de vida, por ser lugares mucho menos benignos para vivir. Las plagas son más habituales en estos territorios, donde incluso a veces falta el agua y el alimento. Las infraestructuras médicas no son tan avanzadas, y eso también juega en contra de alargar la esperanza de vida de los millones de personas que viven en ellos. Es otra de las consecuencias de un mundo globalizado solo para ciertos asuntos, y muy polarizado en el resto. La diferencia entre nacer en Centroáfrica o hacerlo en Japón, los dos extremos del espectro, son notables, llegando a superar los 30 años de esperanza de vida entre unos y otros. Esto significa que si naces en un país pobre, normalmente africano, puedes vivir un tercio menos que si naces en uno de los países más desarrollados del mundo.
La diferencia entre los países ricos y pobres se nota también en este determinante dato, que va actualizándose cada año, el de la esperanza de vida de hombres y mujeres. Aquellos países con un nivel de vida más alto, con un buen sistema sanitario, ofrecen más oportunidades para vivir una vida más larga y saludable. Entre los primeros países de este ranking entramos a Japón, Suiza o Noruega, pero también Singapur, Suecia y España. La mayoría de los puertos están repartidos entre Europa, Norteamérica y la zona del noreste asiático, con lugares como Hong Kong y Macao, que no son países independientes, pero donde el nivel de vida también aumenta muchísimo. Es notable que estos territorios, pertenecientes a China, tengan una esperanza de vida sensiblemente mayor al del gigante asiático, lo que se traduce en una diferencia de entre 8 y 10 años en hombres y mujeres.
¿A qué se debe esto? No hay que ser un Sherlock Holmes para entender que aquellos territorios en los que el nivel de vida es mayor, porque hay más dineros o mejores infraestructuras, se vive más. La esperanza de vida, como veremos después, se define en diferentes factores, y es simplemente un dato orientativo. Nacer en España, por ejemplo, no te asegura que vayas a vivir hasta los 80,9 años si eres hombre, o hasta los 86,4 si eres mujer. La diferencia entre sexos también se hace manifiesta, aunque es cada vez menor. Se debe a que, de manera tradicional, el hombre solía morir antes por ir a las guerras o por haber trabajado de una forma más dura fuera de casa. También por beber y fumar de forma más habitual. Eso está cambiando, y la diferencia se estrecha cada vez más, especialmente en estos países desarrollados, los que están en la parte alta del ranking.
Esa es la parte positiva, la cara más luminosa de la esperanza de vida, a lo que todos los países aspiran. Sin embargo, no nos podemos olvidar de que en la cola, en la parte baja, también hay un montón de territorios en los que, por desgracia, el dato de esperanza de vida no es precisamente alentador. Bien es cierto que poco a poco, incluso en estos países, los datos son cada vez mejores, pero sigue siendo terrible ver que un hombre en Lesotho apenas tiene una esperanza de vida de 51,2 años. Los países africanos copan los últimos puestos de este ranking, con la República Centroafricana en el farolillo rojo. Chad, Sierra Leona, Sudán del Sur… Países donde la población es generalmente pobre y además debe lidiar con conflictos armados a menudo.
Incluso Nigeria, un país que parece destacar entre los de su zona por ser algo más rico y avanzado, sufre también la realidad de estos datos tan preocupantes. Hay que irse mucho más arriba en la lista para salir de nuevo de África y encontrar un territorio centroamericano en este caso, como es Haiti. El país caribeño, a pesar de tener una esperanza de vida corta con respecto a los de su entorno, sigue estando unos 10 años por encima de los últimos africanos. En Europa, el país con peores datos es Ucrania, donde la esperanza de vida de los hombres está en 66,9 años, mientras que la de las mujeres es muy superior, llegando a los 77 años. Las diferencias entre los primeros y los últimos puestos son casi vergonzantes, como podemos comprobar con solo echar un vistazo a los datos de este ranking.
La esperanza de vida es una estimación de la edad que podrá vivir una persona si nace en un territorio determinado. El global mundial está actualmente en 70,6 años para hombres y 75,6 para mujeres, unos datos que han ido creciendo bastante desde principios del siglo XX, hasta casi doblarse. El lugar de nacimiento de una persona, algo totalmente aleatorio por otra parte, condiciona de esta manera su vida entera, incluyendo su duración. Es un dato muy general, por supuesto, pero sirve para entender mucho mejor la realidad que se vive en algunos países. Y no solo se trata de comparar entre naciones. Dentro de España también hay diferencias entre unas comunidades y otras, incluso entre ciudades y pueblos cercanos. Eso sí, las diferencias no son tan importantes como las que hemos encontrado en este ranking, entre los primeros y los últimos puestos.
La esperanza de vida se calcula a través de una estimación, para encontrar la cantidad de años que una persona nacida en un territorio concreto podrá vivir, de media. Se define a través de numerosos factores, desde la natalidad hasta la mortalidad, en momentos concretos. Es decir, la esperanza de vida de un recién nacido no será la misma en 1980 que en 2021. Más que una fórmula, se trata de una estimación, teniendo en cuenta el contexto en el que esa persona llega al mundo. La gran cantidad de avances médicos y científicos que se han dado en los últimos años han permitido que, en la mayoría de casos, la esperanza de vida para personas nacidas en los 60, por ejemplo, fuera una estimación menor a la que esperanza de vida real de la que van a poder disfrutar.
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