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Hay un paciente -hombre o mujer- acostado en la cama de un hospital y una visita a su lado que le va leyendo un libro. Es una lectura lenta, sosegada, que lee despacio para que se le entienda y alto para que se le escuche. Es una voz que siempre mantiene el ritmo, vocaliza bien y está llena de matices. A través de ella una historia y unos personajes van surgiendo en un teatro invisible para contarnos una trama, y es la voz narradora la que hace creíble el argumento y la vida de sus protagonistas.
Una escena como esta en la que una persona entretiene las horas muertas de un pariente o amigo que convalece en la habitación de un hospital, la hemos visto con frecuencia en películas y series de televisión. O simplemente hemos asistido a ella en vivo y en directo.
El audiolibro es otra de las conquistas que las nuevas tecnologías han logrado para facilitar la vida, en primer lugar, para aquellas personas que sufren patologías en la vista y les cuesta leer, o para aquellas otras con problemas de dislexia. Con el audiolibro, ya no precisamos de un soporte en papel o electrónico como los e-books, e incluso no es necesario saber leer para disfrutar de su experiencia. Es un libro que no se lee, sino que se escucha.
Pero su uso no solo se reduce al ámbito de las personas que sufren problemas visuales o del habla, o para aquellos que nunca tuvieron la oportunidad de aprender a leer, pero mantuvieron siempre el gusto por las buenas historias. Ni siquiera se trata de un entretenimiento para vagos.
Mientras se hace deporte, cuando viajamos en coche y tenemos las manos ocupadas al volante, en las salas de espera de organismos y hospitales o, simplemente mientras paseamos, las oportunidades que se prestan para que el audiolibro entretenga esas horas que gastamos de camino a o mientras estamos esperando son muchas y variadas.
El audiolibro no es una cosa de hace poco. Comenzaron a grabarse en vinilo, casetes, CD y DVD. La tecnología ha desarrollado aplicaciones específicas en los últimos años y existen plataformas donde descargar muchos títulos. En este tipo de audiolibros, la voz que cuenta la historia puede ser la de un solo narrador o puede estar dramatizado a través de un grupo de actores. También existen softwares de voz que reproducen el texto.
En cuanto a su clasificación están los del tipo Abridged que es una versión resumida del libro original, y el Unabridged que reproducen la versión íntegra del título.
A las ventajas señaladas anteriormente como las de facilitar la lectura a personas con problemas de visión o de dislexia, el hecho de que permite compaginar el disfrute de una obra mientras realizamos cualquier otra actividad, también se puede señalar que es un placer que no ocupa espacio físico, que puede viajar con nosotros sin suponer una carga, y que su conservación está a resguardo de manchas, roturas o cualquier tipo de deterioro que sufren los libros físicos.
Pero tampoco podemos pasar por alto sus desventajas si queremos hablar de forma honesta sobre todos los aspectos de los audiolibros. Cuando el lector abre el libro y comienza a meterse en la historia, su mente proyecta todas las imágenes que hacen verosímil el hecho contado: oímos el crujir de una rama al romper, el sonido de un vaso al golpearse, reconocemos cada personaje por su voz distinta, nos imaginamos las lluvias, el cielo o la nieve.
Con el audiolibro puede suceder que el narrador no tenga una voz atractiva, o que no sepa contar la historia, o que en cada capítulo haya una voz distinta. En muchos de los títulos la calidad del sonido no está a altura. Generalmente, las obras carecen de recreación ambiental y ello produce que haya un tono monocorde y plano a lo largo de todo el texto.
Hay ocupaciones o momentos en nuestra vida cotidiana que son ideales para escuchar un audiolibro. Momentos solitarios que, al igual que una música de fondo, pueden poner sonido a esos tiempos muertos en que paseamos al perro, cortamos el césped, aguardamos en la sala de espera de un profesional o centro médico, mientras conducimos, hacemos ejercicio o avanzamos lentamente en la cola del banco o en un organismo público. La espera se hace más llevadera y hará más placentera la vida.
Muchos podemos tener la visión romántica de aquellos lectores empedernidos que, sentado junto al fuego de una chimenea, se pasaban las tardes pasando las hojas de un buen libro y disfrutando a fuego lento del hechizo de una buena historia o de un ensayo fascinante. Aunque parezca una cosa reciente, los primeros prototipos de audiolibros se remontan a los años 30 del siglo pasado. Tenían un uso pedagógico y educativo y solían hallarse en bibliotecas y colegios.
Las nuevas generaciones han perdido el gusto -o nunca lo encontraron- por la lectura. Una juventud hiperconectada a las redes sociales, la mensajería instantánea y las aplicaciones para teléfonos inteligentes, poco margen de espacio deja para la cultura y la diversión que entra por los ojos y se expande a través de la imaginación. Pero esa misma tecnología que está reduciendo a la mínima expresión al número de lectores, está saliendo al rescate a través de los audiolibros. En los últimos años ha crecido casi un 30% el número de títulos editados a través del audiolibro.
Y no solo está ensanchándose el número de obras y aumentando la cuantía de sus usuarios, sino que el sector está especializándose y ofreciendo cada vez más calidad en las obras presentadas. Los nuevos audiolibros puestos en el mercado llevan el sello de la voz narradora. Un informe presentado por la University College de Londres afirma que las emociones que se viven con audiolibro son más intensas que las que se experimentan al ver un programa de televisión.
Otros estudios publicados abundan en los beneficios que reporta la lectura de audiolibros. Un grupo de estudiantes que se sometieron a un estudio en 1977 afirmaron que los libros que escucharon pudieron resumirlos con la misma precisión que otro que solo leyó los mismos títulos. Otra investigación de 1985 estableció que la comprensión auditiva está bastante ligada a la compresión lectora, por lo que se deduce que el que lee bien, escucha también de forma activa.
Algunos autores se han aventurado a lanzarse a contar sus propias novelas narrándolas en los audiolibros con su propia voz. Es el caso del escritor Javier Sierra que ha puesto su voz a su más reciente obra El maestro del Prado. En ella cuenta una trama que parte de una experiencia vivida por él y en que se mezcla la historia, la magia, la ciencia y la alquimia y que se desarrolla mientras la protagonista trabaja en la restauración del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela.
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